Reseña del libro de Alejandro Quintero Mächler: Perder la cabeza en el siglo XIX. Ensayos sobre historia de Colombia e Hispanoamérica.
Juan David Orjuela Suárez
Este es un libro que recoge varios ensayos del autor que podrían ser enlazados por el siguiente hilo conductor: ¿cómo pensaban los letrados decimonónicos en Hispanoamérica? Es importante resaltar el verbo “pensaban”, ya que este libro se puede inscribir en la corriente historiográfica de “las mentalidades” o, según el propio Quintero Mächler, de la historia “intelectual”. El autor presenta sus estudios como el producto de una serie de recurrencias que fue encontrando en diferentes fuentes primarias decimonónicas o de “ecos” que se fueron transformando en hilos conductores que parecían capturar “la mentalidad o retórica de un siglo”.
El término “letrados” es de suma importancia, ya que pone el foco en aquellas personas que tenían la posibilidad de crear productos literariosy divulgarlos en una esfera pública. El autor muestra cómo dicha esfera se fue consolidando desde finales del siglo XVIII en lo que se conoce en la historiografía como la Ilustración americana, que fue también para los contemporáneos una búsqueda por participar en el proyecto iluminista respondiendo a las nociones e informaciones que llegaban de Europa. Se propone entonces una historia de la mentalidad de las élites americanas.
Quintero Mächler se enfoca en la evolución de los casos de tres países de habla hispana: Argentina, Colombia y México, aunque en varios ensayos aumenta el espectro para incluir a letrados de Venezuela, Chile y Salvador. Para el autor, estos casos permiten ver un “sustrato común” que se puede extender al resto de la región. Dicho sustrato lo constituyen lo que el autor denomina la “mentalidad sacrificial” y el “lenguaje sangriento”.
Según su autor, el modo de análisis adoptado en estos estudios no se propone “demostrar” sino “señalar”, en busca de que se abran nuevas preguntas sobre el siglo XIX hispanoamericano y dar nuevas luces sobre fenómenos políticos y sociales actuales. Así, Quintero Mächler establece líneas que aproximan los acontecimientos analizados al siglo XX e incluso a la actualidad. Esto se puede ver cuando lleva la exposición hasta la irrupción del discurso de Jorge Eliécer Gaitán en su ensayo “La destrucción de la gramática”, en el que observa la relación entre hispanidad, gramática y poder desde la oposición entre el centro y la periferia en la organización territorial colombiana. Dicha metodología le permite subscribir, ese conector que tienen todos los ensayos, “la mentalidad sacrificial”, trayendo a colación a Parménides, en una categoría ontológica: un ser latinoamericano.
La metodología desde la que Quintero Mächler aborda sus fuentes (entre las que se destacan las Tablas de sangre de José Rivera Indarte, Las sirenas de José Joaquín Ortiz y El libro rojo de Vicente Riva Palacio et al.) es el “análisis del discurso” y se enfoca en la retórica de los textos estudiados. Junto a estas fuentes primarias el autor nos presenta la riqueza de textos (de autores clásicos, modernos y actuales) de las que se nutre su trabajo; de manera deductiva parte de un autor y va a la especificidad de las fuentes que así se iluminan. Esto nos lleva a una disyuntiva que a menudo enfrentan los interesados profesionalmente en la historia, o científicos sociales, en el análisis de fuentes: ¿a qué se le da prioridad, a las categorías o a los datos? Es decir: ¿el investigador obliga a la fuente a hablar al interpretarla, como en este caso, a partir de las teorías de algunos filósofos o académicos actuales, o son más bien los datos que arrojan las fuentes los que le permiten al autor establecer puentes con las teorías de dichos pensadores? Sin duda alguna, en estos ensayos se ve una simbiosis entre estos dos procesos, una reciprocidad y un vínculo entre ellos que se ha construido en el proceso de reflexión. Dicha relación estrecha entre autor, conceptos y datos termina formando un triángulo que produce un relato que lucha por no dejarse vencer por los anacronismos. Por ende, el proceso de estudio parece llevar al autor a darle prioridad a los enunciados propios del tiempo estudiado por sobre los conceptos “externos”, y esto se ve en muchos de los títulos de los ensayos e incluso en el título del libro, que hace alusión a las cabezas decapitadas por el régimen de Rosas en Argentina.
Este libro consta de diecisiete ensayos, dos de los cuales llevan la carga de la argumentación, por su extensión, la complejidad de su tema y el esfuerzo en el análisis: “La mentalidad sacrificial” y “Experiencias del tiempo”, ambos divididos a su vez en varias partes que funcionan como ensayos internos.
La mentalidad sacrificial” es el concepto que explica lo que el autor define como el “derrame de sangre” que caracteriza a la región. Se argumenta aquí que este concepto se erige sobre un “sustrato mítico” propio de pueblos premodernos, y que estaría presente en propuestas conservadoras o “reaccionarias” que se sustentaba en ideasprevias a la “transformación de la mentalidad de Occidente”, a la manera de las tragedias griegas. Sostiene que dicha mentalidad debía ser superada por un “derramamiento de sangre”, un último sacrificio para alcanzar “la felicidad”, hecho ratificado en las diversas independencias latinoamericanas. Desde la mirada de Mächler esto se convirtió en una constante durante el siglo XIX debido a que surgieron nuevos enemigos que vencer. Lo que llevó a la mentalidad de la constante renovación a cambio de “sangre nueva”. Esto daría lugar al segundo gran nodo de análisis: las experiencias del tiempo y los diversos modos de ser de los sujetos.
Más allá de la percepción de los contemporáneos, una pregunta pertinente sería: ¿hubo una ruptura tajante entre la “mentalidad sacrificial” y la Ilustración? Por mi parte, propondría abordar este problema a partir del concepto foucaultiano de episteme. En este caso, una episteme sería un sustrato subyacente al mítico y que podría dar una explicación conceptual de la relación entre “lo mítico” y lo “moderno” mostrando cómo los letrados decimonónicos hicieron una reapropiación de este sustrato mítico desde los postulados racionales de la modernidad europea1. Esta propuesta de análisis se aleja de los postulados de la “historia de las ideas” a la manera de Jaime Jaramillo para situarse en una historia de las prácticas de los saberes. En este sentido, se buscaría no entender el siglo XIX hispanoamericano como una pelea entre bandos con postulados diferentes, bloques ideológicos antagónicoscomo liberales y conservadores, “modernos” y “antiguos”, sino de interpretar esta binariedad desde un enfoque basado en el análisis de contenidos culturales, lo que permitiría en un primer momento determinar cómo las oposiciones que caracterizan cierto periodo histórico son configuradas por un sustrato epistémico.
Es de resaltar otro eje de análisis que se integra al de la mentalidad sacrificial: la construcción de la nación desde la imagen y la literatura. El trabajo de Macher señala en diferentes ensayos cómo estas prácticas fueron promovidas por liberales y conservadores para establecer su idea de nación y así mitigar “el daño” que creían su contraparte causaba. Por una parte, los liberales defendían la “idea” de Colombia como país de “islas” o “regiones” y desde ahí justificaban un gobierno descentralizado, opuesto a una concepción más fuerte de centralismo desde la religión, el idioma y el pasado hispánico de los conservadores. El autor rastrea las fuentes que permiten ver esta pugna y plantear diversos problemas (el problema insular, el “orientalismo” y la noción de “bárbaro”, las genealogías coloniales y de ahí el linaje) de las que es importante resaltar para futuros estudios en historia del arte: las laminas de la Comisión Corográfica promovida por el gobierno de José Ilario López y la peregrinación de Alpha de Manuel Ancízar, para el caso Colombia, y periódico “Muera Rosas!”, con el uso de imágenes violentas, dibujadas e impresas, en el caso de Argentina. Sumado a esto, las novelas costumbristas que afloraron por toda la región (para reafirmar la noción liberal de países de regiones), la concepción del historiador como pintor (el que calca la realidad como un pintor), y los periódicos como divulgadores de imágenes (la palabra como imagen y la caricatura como sátira y denuncia).
Perder la cabeza en el siglo XIX le aporta nuevos conceptos a la historiografía del arte, política y de los saberes sobre aquel periodo en Hispanoamérica, un siglo que parece inacabado, como lo sugieren las líneas abiertas de investigación que el autor deja en cada uno de los ensayos. El análisis del discurso permite ver oposiciones que alimentan el estudio de este siglo (tutor/aprendiz, cabeza/cuerpo, sacrificio/no sacrificio, civilización/barbarie, genealogía de nobleza/genealogía de virtud, civilización/ciudad, historia antigua/tiempo prehispánico, historia/literatura) junto a otras que posiblemente caen en lugares comunes (Ilustración/liberales, catolicismo/conservadores, progreso/liberales, pasado colonial/conservadores). Este es un trabajo que permite explorar el papel histórico que han tenido las expresiones humanas en la pugna por interpretar la realidad, de ahí la imagen (plasmada en literatura, pinturas, periódicos, mapas, discursos) como campo de batalla y extensión del “yo” histórico y el “colectivo” histórico. Para finalizar, para no crear “imágenes” e imponerlas sobre tiempos pretéritos y evitar “los tipos ideales” weberianos, sería fructífero poner en diálogo las propuestas de historia conceptualde Gadamer y su discípulo Koselleck —que constituyen el soporte teórico de Quintero Mächler— con las propuestas de la “historia de los saberes” de Foucault.
- Para versiones más elaboradas de esta premisa, véase: Oscar de Jesús Saldarriaga y Juan Manuel Dávila, “El ‘giro experimental’ de los saberes sobre lo social en Colombia, 1840-1903”, Revista electrônica da ANPHLAC 13 (2012): 233-292; y Óscar Saldarriaga Vélez, “‘Nova et vetera’, o de cómo fue apropiada la filosofía neotomista en Colombia, 1868-1930. Catolicismo, modernidad y educación desde un país poscolonial latinoamericano” (Disertación doctoral, Université Catholique de Louvain, 2005). ↩︎