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¿Puede un museo hablar en lenguas?

Curadora, investigadora, artista y docente. Su trabajo se ha centrado en indagar en el feminismo, los estudios de género y la racialización en el sur global desde perspectivas intersecciones y decoloniales. En sus proyectos recientes ha abordado la curaduría como una practica performativa a través de la cual establece relaciones entre producciones artísticas contemporáneas, comunidades de sentido y contextos específicos que ponen en tensión las políticas de representación y las narrativas hegemónicas.

Los impactos de la pandemia han sido cuantiosos tanto a nivel social como a nivel cultural. Para las instituciones culturales en casi todo el mundo trajo incertidumbres sobre la sostenibilidad y supervivencia, cuando no cierres y situaciones de precarización laboral profundizada. Por otra parte, si para algunos museos antes de la pandemia era ya urgente una implicación orgánica con los contextos donde están emplazados, esta crisis fue la posibilidad de llevar a la acción sus posturas de responsabilidad social y democratización de la cultura a través de la conexión con su entorno.

Asuntos como la migración, la gentrificación y las necropolíticas atraviesan de manera central las vidas de lxs habitantes del barrio Lavapiés en donde está ubicado el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS). La red Museo Situado (MS) surge como un esfuerzo para hacer frente a las urgencias de los vecinos del Museo y el anquilosamiento institucional. MS se define como una red de colaboración entre colectivos y asociaciones vecinales y el MNCARS, que nace en respuesta a la conmoción generada por la muerte de un joven inmigrante senegalés en 2018, en un incidente de hostigamiento por parte de la policía. Liderada por Ana Longoni desde el área de Actividades Públicas del MNCARS, la red MS ha buscado articular las demandas sociales del barrio por el derecho igualitario a habitar la ciudad, asumiendo la compleja paradoja de ser también un agente gentrificador.

Madrid es la segunda ciudad que recibe más inmigrantes al año en España y gracias a ello Lavapiés es uno de los barrios de mayor diversidad cultural del país. Pese a esto también es uno de los barrios más estigmatizados y marginalizados, frente a lo cual diversas organizaciones vecinales y de activistas se han organizado en la defensa del barrio. De ahí que desde su inicio MS funcione de manera asamblearia, de modo que las actividades programadas son siempre aprobadas y/o construidas colaborativamente entre comisiones de las organizaciones y el equipo del Museo. Estas se realizan a partir de un presupuesto asignado anualmente por el MNCARS.

Las acciones emprendidas desde MS han ido respondiendo de forma gradual a las necesidades y expectativas de las organizaciones de Lavapiés. Mediación Situada en Lenguas Migrantes atiende la diversidad de idiomas, una circunstancia que para varios de los colectivos es vital y se ha ido posicionando de manera central en MS. La programación habitual del Museo también ha sido permeada y enriquecida. Varios ciclos de cine han sido programados en colaboración con integrantes de la red, así como nueve de las dieciséis ediciones de la serie de conversaciones Voces Situadas, que se caracteriza por el encuentro entre diversos tipos de conocimiento, incluyendo intelectuales, académicxs, activistas, y agentes del barrio.

 A inicios de marzo del 2020 el MNCARS se preparaba para la conmemoración del día internacional de la mujer, 8M, a través de una programación denominada Revuelta Feminista en el Museo. En este marco, la Red Solidaria de Acogida, integrante de MS, propuso la edición 11 de Voces Situadas: El Coste de la Fresa. Esclavas del Siglo XXI. Este fue un espacio para debatir la situación que viven las trabajadoras marroquíes que son contratadas en sus lugares de origen para trabajar en los campos españoles durante las temporadas de cosecha de fresa. Las invitadas al panel eran mediadoras, abogadas, feministas y activistas por los derechos de las mujeres inmigrantes, no regularizadas y racializadas; sin embargo, ninguna de ellas era o había sido temporera. Las panelistas conversaron sobre las irregularidades en las condiciones laborales, evidenciando la urgencia de incluir las luchas por las mujeres migrantes y racializadas en las agendas feministas del contexto español. La ausencia de mujeres temporeras en el panel se debió en parte al rechazo de sus familias y el escarnio público al que son sometidas cuando toman acciones legales; a ello se añade su situación de alta vulnerabilidad al encontrarse solas en un país extraño, sin hablar español, haciendo frente a procesos legales en contra de las empresas contratistas. La trascendencia de este evento en un museo nacional de arte en la capital española no es poca. De haberse llevado a cabo en otro escenario de menor resonancia pública, los empleados de Interfresa no se habrían trasladado desde Huelva a Madrid para irrumpir en el evento, calificarlo como un “intento de desprestigio” y desmentir las acusaciones, como lo hicieron.1 Su asistencia confirma la capacidad de producción simbólica y de legitimación discursiva y cultural que opera a través de los museos. El MNCARS dio cuenta de su apuesta por abrirse al barrio al promover este foro impregnado de antagonismos y conflictos, y las organizaciones de Lavapiés evidenciaron su capacidad para implicar al Museo en sus luchas.

Días después de Voces Situadas 11: El Coste de la Fresa, el país se declaró en estado de alarma ante la emergencia sanitaria. Frente a la profundización de las precariedades existentes, las redes de cuidado del barrio se activaron para atender las dificultades que planteó la cuarentena, generando acciones directas de solidaridad ante las cuales MS reaccionó rápidamente, convirtiéndose en uno de los programas más activos del MNCARS durante la pandemia. Desde la red MS se activaron mecanismos de apoyo a las campañas creadas por los colectivos que tuvieron un alcance masivo, como la realización de cápsulas de audio y su circulación en las redes del Museo. También se redireccionaron recursos de la programación truncada por el estado de alarma para apoyar problemáticas inme-diatas relativas a la pandemia. Haciendo uso de la forzada virtualidad se progra-maron ediciones de Voces Situadas, generando diálogos para compartir y debatir sobre problemáticas reveladas por el COVID-19, conectando con otras voces y contextos, incluso con otros continentes. La pandemia también forzó la creación de un micrositio que compila las acciones desarrolladas durante la pandemia y las generadas en los dos años de existencia de MS, que ha servido como amplificador estratégico de las demandas sociales de los colectivos, afianzando los lazos de con-fianza mutua y vínculos afectivos construidos en este tiempo.2

Bajo el lema “Regularización ya” cientos de colectivos exigieron la regularización permanente y sin condiciones de todas las personas migrantes y refugiadas, quienes ante la emergencia sanitaria se encontraban en una situación de alto riesgo de exposición al virus y sin acceso a asistencia estatal. Durante el confinamiento fue evidente que son las personas que se encuentran en situaciones irregulares quienes trabajan en labores esenciales para el conjunto de la sociedad —como la recolección de alimentos en zonas rurales— sin ningún tipo de protección social o sanitaria. Algo similar ocurrió con las trabajadoras de hogar, que bajo la campaña Trabajadoras Esenciales con Derechos Laborales denunciaron la ilegalidad de muchos despidos, pagos injustos y la paradoja de quedar excluidas del acceso al Ingreso Mínimo Vital aprobado en medio de la emergencia sanitaria para ciudadanos españoles o regularizados.

Además de las campañas Lavapiés Barrio de Cuidados, que impulsó un centro de acopio de alimentos para distribuirlos a quienes no los tuvieran, o Huelga de Alquileres, en la que, ante la pérdida de medios de sustento, cientos de personas reclamaron el derecho a no ser desahuciadas,Intérpretes para Sanar tocó uno de los puntos más neurálgicos para una ciudad como Madrid: la impo-sibilidad de muchxs migrantes de ser escuchadxs y comprendidxs en su idioma natal. Esta campaña tuvo su detonante cuando Mohammed Hossein, un vecino de origen bangladesí, murió por COVID-19 después de intentar comunicarse con el sistema sanitario sin éxito. Ante la invitación a realizar un taller, progra-mado desde antes de la pandemia, el artista argentino Dani Selko se sumó a las acciones en torno a la muerte de Mohammed. Desde la distancia y tras escuchar los relatos de las personas cercanas a los acontecimientos, publicó el libro Lengua o muerte, una conmemoración a Mohammed, que luego fue ampliamente traducido y distribuido. Gracias a esta campaña más intérpretes en calidad de voluntarios se han sumado a esta invisible pero indispensable labor.

Quizás los museos españoles nunca hablen en lenguas,3 nunca aprendan wolof, bengalí, rumano, árabe o una lengua indígena. Probablemente está lejos el día en que publicarán en sus dispositivos museográficos físicos o virtuales información en estos idiomas. Falta mucho también para que un proceso con el barrio como este, aunque tremendamente potente para las comunidades que habitan el entorno del Museo, logre permear la programación expositiva, la colección o la estructura piramidal de la institución. Quizás este tipo de relación nunca pueda ser del todo horizontal ni revertir las operaciones de exclusión que fundamentan un museo occidental. Pero la paciente estrategia de “agujerear el Reina”, como lo llaman las organizaciones, ha logrado un nivel de interpelación relevante ante la responsabilidad e incidencia de los museos en procesos como la gentrificación y turistificación en territorios como el barrio Lavapiés, lo que de paso ha implicado el inicio de gestos que intentan hacerse cargo de sus legados coloniales.

El ejercicio parcial de redistribución de sus propios privilegios genera pequeños pero significativos cambios al poner una parte de la institución a disposición de las necesidades de sus vecinxs. Esa redistribución implica involucrar estos conflictos en el Museo y requiere de la complicidad de quienes los dirigen, del valor y compromiso ético, político y afectivo de lxs agentes que asumen esta responsabilidad al interior de las instituciones y, lo que es más importante, de la interpelación de las comunidades que han sido excluidas de los relatos del mismo Museo y con las que coexiste en el mismo territorio.

Bibliografía

Anzaldúa, Gloria. “Hablar en lenguas. Una carta a escritoras tercermundistas”. Esta puente, mi espalda . Moraga, Cherríe y Castillo, Ana. Editoras. (San Francisco: Ism Press, Inc. 1988), 219.

Carrillo, Jesús. “Los horizontes de la institución cultural ante la Covid 19”. Revista PH Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico no. 101 (2020): 344-351, www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/4766.

Expósito, Marcelo y Ana Longoni. “Debemos darle vuelta a este mundo desgastado que no queremos volver a habitar”. Nodal, Noticias de América Latina y El Caribe, 5 de junio de 2020, https://www.nodal.am/2020/06/ana-longoni-escritora-argentina-debemos-darle-vuelta-a-este-mundo-desgastado-que-no-queremos-volver-a-habitar/.

  1. Esta denuncia se publicó en varios de los me-dios de las comunidades autónomas afectadas, como Huelva Información. Véase «Interfresa da la cara por el sector de los frutos rojos ante un nuevo ataque”, Huelva Información, https://www.huel-vainformacion.es/huelva/Interfresa-sector-frutos-rojos-ataque_0_1443456269.html. ↩︎
  2. El micrositio del programa se puede consultar en: https://www.museoreinasofia.es/museo-situado. ↩︎
  3. Se hace referencia al texto de 1980 de Gloria Anzaldúa “Hablar en lenguas. Una carta a escritoras tercermundistas” (En Esta puente, mi espalda. Moraga, Cherríe y Castillo, Ana. Editoras. (San Francisco: Ism Press, Inc. 1988), 219.) en el que la autora explicita que la hegemonía de ciertos idiomas es un instrumento de poder. Para Anzaldúa, la expresión “hablar en lenguas” es usada por personas blancas para referirse a otros idiomas no blancos, al considerarlos inaudibles. “Hablar en lenguas” es una expresión peyorativa asociada a las repudiadas y locas. ↩︎