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Fanny Sanín: Geometric Equations, curaduría de Edward J. Sullivan

Reseña de la exposición Fanny Sanín: Geometric Equations, curaduría de Edward J. Sullivan. Del 4 de junio al 26 de julio de 2025, Americas Society, Nueva York.

Por: Silvana Álvarez Basto1 Y Ana M. Franco2

Con una carrera artística de más de cinco décadas, la artista colombiana Fanny Sanín se ha convertido en un referente de la abstracción geométrica, no solo de América Latina sino del continente americano en general. De ahí que la Americas Society haya organizado la primera muestra retrospectiva de su obra en Nueva York, la ciudad donde vive desde hace cincuenta y cuatro años. Reuniendo veintiún pinturas y varios estudios preparatorios en tres salas de modesto tamaño, la exposición Fanny Sanín: Geometric Equations presenta un microcosmos de la carrera artística de la colombiana. En otras palabras, más que una gran retrospectiva preocupada por minucias, Geometric Equations ofrece un vistazo a la obra de Sanín, desde sus inicios en los años sesenta hasta sus pinturas más recientes del siglo XXI. 

El espacio íntimo que ofrecen las salas de la Americas Society favorece la experiencia de observar y sumergirse en el universo visual de Sanín: tan pronto se cruza la puerta de entrada a las salas se vive una experiencia de inmersión en el color y la forma pura. Esta sensación es reforzada por el cuidadoso ejercicio curatorial a cargo de Edward J. Sullivan y el diseño museográfico a cargo del artista colombiano Carlos Motta. Las paredes de cada sala fueron pintadas de un color especialmente preparado para ellas y las piezas elegidas para cada espacio/color sobresalen y se activan en la interacción cromática de fondo (paredes) y figura (obras). Sin lugar a dudas esta retrospectiva ofrece un espectáculo visual, sensorial, a la vez que un estímulo intelectual.  

Tal vez lo que identifica más claramente la obra de Sanín es la consistencia de su lenguaje pictórico. Desde su giro a la abstracción geométrica a finales de los sesenta, su obra se compone de mundos planos de forma y color, con una aplicación uniforme de pintura acrílica y bordes perfectos que enfatizan la bidimensionalidad del lienzo. El gesto de la artista es invisible en este mundo, y esto sitúa la obra de Sanín dentro de los lenguajes de la abstracción geométrica y el concretismo y la pone en diálogo con artistas como Piet Mondrian y Frank Stella. Este es el mundo internacional de la abstracción fría; de ahí que un ojo distraído encuentra quizás poca “novedad” en las obras expuestas. No obstante, una observación cuidadosa revela sutilezas que sorprenden al visitante.

La primera sala nos da la bienvenida con Acrylic no. 1 (1972, Imagen 1), un pequeño lienzo que consiste en líneas verticales de distintos grosores y colores que, en un efecto de espejo, se acercan hacia el centro para culminar en el naranja vibrante que predomina en la obra. En las paredes adyacentes vemos obras como Acrylic no. 2 (2020, Imagen 2), en la que Sanín rechaza la preferencia de Mondrian por líneas únicamente verticales y horizontales: lo que vemos es un dinamismo del triángulo o la diagonal, una superposición de formas geométricas que enmarcan al centro dos pequeños filos, o dientes, rojos. Junto al amarillo, el ojo despierta el ojo del espectador y lo salva de perderse en las opacidades del azul oscuro, el gris y el negro. 

Estas sutilezas explican el título de la exhibición: al ojo de Sullivan, las variaciones en la obra de Sanín se pueden entender como ecuaciones. A partir de una fórmula, Sanín realiza combinaciones distintas de colores y formas que, en cada reiteración, producen nuevos resultados. La elección de la palabra “ecuación” también nos indica otro aspecto: como un juego matemático, las pinturas de Sanín apuntan hacia un tipo de “objetividad”, que en este caso consiste en un lenguaje de formas y colores que nos remite a una realidad trascendental, no subjetiva, que puede comunicarse a través del tiempo y el espacio. 

La segunda sala (Imagen 3) nos saca del mundo de ángulos rectos y estructuras equilibradas del inicio de la exhibición. Aquí nos adentramos en la historia de la trayectoria y los procesos creativos de Sanín, empezando con cuatro obras de los años sesenta que ilustran su camino hacia la abstracción fría. En vez de superficies lisas y uniformes, las primeras dos obras, Oil no. 1 (1965) y Oil no. 4 (1967, Imagen 4), se hacen notar por la presencia de grumos de pintura sobre el lienzo, brochazos secos y formas sueltas y orgánicas. Como si se tratara de un proceso de cincelar, las siguientes dos piezas —Oil no. 7 (1968) y Oil no. 4 (1969, Imagen 4)— se deshacen de estos elementos gestuales: las formas adquieren contornos claros, los colores ya no se difuminan entre sí (y, tal vez, representan un último momento en el que Sanín usó la pintura al óleo). Lo que la curaduría parece postular es que Sanín abstrajo el mismo lenguaje de forma y color hasta finalmente llegar a las ecuaciones geométricas que caracterizan su trabajo actual. El enfoque en su proceso en esta sala es confirmado por unos pequeños estudios dispuestos tras una vitrina en el centro (Imagen 5). Creados en acuarela y acrílico con anotaciones de la misma Sanín, son una mirada íntima al trabajo que hay detrás de uno solo de sus lienzos. La pequeñez de los estudios no esconde, sino que resalta la rigurosidad y meticulosidad detrás de sus composiciones.

Las afinidades espirituales de la abstracción siguen resonando en la obra de la artista. En un juego de opacidades, hay obras que recuerdan a vitrales; otras nos sumergen en ventanas dentro de ventanas, en una versión modernista de “la pintura como ventana a otro mundo”; y algunas más parecen emular los diseños geométricos de los textiles andinos o mesoamericanos. Esta espiritualidad se explora en la tercera sala (Imagen 6) a través de una proyección del documental Fanny Sanín. The Critic’s Eye: Reflections on Pure Abstraction (2012), dirigido por Eric Marciano. Rodeado por obras más contemporáneas, el documental elabora, a través de las palabras de varios críticos de arte, “cómo el trabajo de Sanín sugiere estructuras concretas (como la arquitectura mesoamericana) y oníricas (como la sensación de vibración), sin hacer referencia directa a lugares u objetos observables”. Así, la exhibición cierra con una nota abierta, abrazando la libre interpretación que la pintura de Sanín permite.

A pesar de su tamaño modesto, Geometric Equations logra condensar la carrera de Sanín a una experiencia que facilita apreciar sus elementos más distintivos. El paso de Sanín por la abstracción informal es apenas una breve parada; luego encontramos estructuras complejas dentro de lo aparentemente sencillo, composiciones armónicas y reverberaciones enérgicas entre forma y color: composiciones que, como una ecuación matemática, han demostrado perdurar y eludir la obsolescencia.

  1. Historiadora del arte independiente y curadora de contenidos, Ilustre. ↩︎
  2. Profesora Asociada de Arte Moderno de América Latina, Departamento de Historia del Arte, Rice University, Estados Unidos. 
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