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60ª versión de la bienal de venecia

La Bienal de Venecia llega a su 60ª versión de la mano del curador brasileño Adriano Pedrosa, director artístico del Museo de Arte de São Paulo. La Bienal, titulada Stranieri Ovunque / Extranjeros en todas partes, busca ampliar otros conceptos como ‘queer’, ‘indígena’ y los ‘outsiders’, sujetos que existen y operan fuera de las normas y van más allá de los circuitos tradicionales del arte y la academia. La muestra inauguró el pasado 20 de abril y estará abierta hasta el 24 de noviembre.

Esta muestra tiene lugar en medio de un convulsionado ambiente político internacional, algo que se refleja en sucesos externos a la muestra más que en la posición y decisiones curatoriales: protestas de grupos como el colectivo ANGA1, que buscan presionar a la Bienal para clausurar el pabellón de Israel. Mientras tanto, la artista Ruth Patir decidió poner un cartel al frente del Pabellón de Israel anunciando que su apertura sólo será posible cuando los rehenes en manos de Hamas sean liberados y se dé un cese el fuego en Gaza. Un acto más simbólico que real, pues a través de las vidrieras se podían observar los videos de la artista en las pantallas.

¿Antropofagia o mestizaje?

Con esta Bienal se consagra Brasil como un poderoso referente en el arte contemporáneo a nivel mundial y aumenta significativamente el creciente interés desde Europa sobre artistas de Latinoamérica en estas últimas décadas. De los 331 artistas presentes, 114 provienen de América Latina y 14 son colombianos. La Bienal ha estado marcada por una dominante selección de obras pictóricas, lo que parece enviar un mensaje de reconocimiento y aceptación del canon y tradición europeas sobre los que se manifiestan posturas ‘ajenas’, ‘disidentes’ o ‘diferentes’ antes que un mensaje de verdadera inclusión.

Un desafortunado ejemplo serían sin lugar a dudas los núcleos históricos que dejan un sabor a complacencia al academicismo hegemónico europeo que celebra la actitud coleccionista y competitiva del ‘gabinete de curiosidades’. Tanto la labor titánica como la oportunidad única de reunir este número y calidad de obras en una sola exposición han sido desaprovechadas, ya que no hay contexto, y las obras se sienten comprimidas y alejadas, como si fueran más anecdóticas y costumbristas que cruciales o centrales. Los retratos de personas desconocidas parecieran más bien satisfacer las expectativas que imponen los nacionalismos etnolingüísticos sobre el campo artístico de la modernidad eurocéntrica que incluirlos en alguna narrativa.

La fachada del edificio principal de la Bienal en el Giardini, con un impresionante mural hecho por el colectivo brasileño MAKHU2 y la imponente instalación también de un colectivo (en este caso neozelandés), Mataaho Collective, titulada Takapau pareciera querer anunciar una modernidad vivida, expresada y apropiada desde el Sur Global, pareciera más bien cometer el frecuente error de buscar lo auténtico en la periferia.

Algo parecido sucede con el resto de la muestra, que contiene trabajos maravillosos como Tela venezolana de Teresa Margolles, Into the Unfathomable Pearl de Tungo Sa Di-Abot-Diling, El Negro de Miguel Ángel Rojas, o Gaddafi in Rome: Anatomy of a Friendship de Alessandra Ferrini, más escondidas que exhibidas en la desafortunada museografía, quedando sueltas y sin ningún contexto que las articule dentro de la muestra.

La Bienal sin lugar a dudas tiene trabajos que han sido de gran acierto, entre estos cabe destacar The Mapping Journey Project del artista franco-marroquí Bouchra Khalili y las increíbles esculturas de Lauren Halsey también en el Arsenal, tituladas keepers of the krown.

Parecería en esta entrega que la Bienal como institución es un sistema que hace uso de la antropofagia3 “como una herramienta modernista” que involucra apropiación, digestión y canibalización de referentes culturales antes que un mestizaje del que reniegan tantos posmodernos y poscolonialistas, pero que pareciera por la naturaleza e historia misma del evento imposible de evadir.

Los pabellones (selección)

Los pabellones nacionales caen en actitudes muchas veces autocomplacientes respecto al tema de ‘decolonización’ antes que una auténtica respuesta de reparación y restitución. Para eso dos ejemplos: El pabellón de Los Países Bajos con la obra titulada The International Celebration of Blasphemy and the Sacred, del colectivo congoleño Cercle d’Art des Travailleurs de Plantation Congolaise y el neerlandés Renzo Martens y curada por Hicham Khalidi. A las maravillosas esculturas le pesan una museografía etnográfica que revela una visión occidental que fantasea con el mito ancestral.

Algo similar sucede con el pabellón de España a cargo de la artista peruana Sandra Gamarra con su proyecto Pinacoteca Migrante, curada por Agustín Pérez Rubio. El trabajo y la dedicación de la artista, quien llenó el inmenso pabellón por completo, cae al limitar la gran mayoría de la muestra a pintura en un canon europeo a través de un medio tradicionalmente occidental. Esto hace que la muestra quede atrapada en lo meramente formal y que el pabellón nunca consiga tomar la distancia que sería necesaria para ‘decolonizar’ el proyecto.

Casos opuestos son el pabellón de Nigeria. Con una muestra titulada Nigeria Imaginary y el trabajo épico de Wael Shawky titulado Drama 1882.

El pabellón reúne en el Palazzo Canal varios artistas y medios entre los que se encuentran pintura, fotografía, escultura, realidad aumentada, sonido y video. Se destaca Monument to the Restitution of the Mind and Soul de Yinka Shonibare.

Eventos colaterales

Dos muestras imperdibles serían South West Bank–Landworks, Collective Action and Sound, un evento colateral que hace un fuerte llamado de atención sobre Palestina y la muestra en el Palazzo Grassi de Pierre Huyghe titulada Liminal.

La primera reúne a 20 artistas y colectivos de distintas generaciones con trabajos que van desde vídeo, fotografía, instalación o escultura, y que se centran en prácticas resilientes trabajando alrededor de tradiciones ancestrales, con sencillos gestos, tecnologías contemporáneas y poderosos simbolismos. 

Pierre Huyghe en Punta Della Dogana presenta una muestra individual, que reúne trabajos recientes del artista francés, así como algunos trabajos anteriores de la colección Pinault que la acoge. Si bien la muestra no se relaciona en principio temáticamente con la Bienal, es inevitable reconocer que la muestra hace un indiscutible guiño a la modernidad representada en movimientos de comienzos del siglo XX y apela a una tradición de arte afincada en la tradición europea.

  1. (Art No Genocide Alliance) ↩︎
  2. (Movimento dos Artistas Huni Kuin) ↩︎
  3. Uso irónicamente este concepto que apareció en la Bienal de Sao Paulo en 1998 que fue cocurada por el mismo Pedrosa. ↩︎